“Lo crucé y lo enganché justo. Eso también fue un show porque lo noqueé lindo”, describió Darío Ruiz. “Bad Boy” conseguía en abril de 2013 una victoria por nocaut, la más rápida que tiene en su foja, a los 35 segundos de haber subido al ring. Fue lejos: en Toyama, Japón. Para llegar a brindar ese show, como él lo calificó, Ruiz y su equipo, por ese entonces integrado por René Bustos, su promotor; y Pedro Ruiz, su entrenador, pasaron por algo particular. Semanas después, ya en suelo argentino, les confirmaron lo que sospechaban estaba sucediendo en el país del sol naciente.
“Era nuestro primer viaje, no sabíamos bien nada y era todo nuevo para mí. Nos llevaron como niños engañados. Nunca había sido esa la pelea”, explicó Bustos, que junto con Daniel Alperovich, hijo del ex gobernador José Alperovich, por algunos años se dedicaron al boxeo con la productora “AB Deportes”.
“Fue un guanteo muy duro”, reconoció “Bad Boy”. El boxeador, que se sintió muy bien tratado por los japoneses, antes de su veloz victoria tuvo una exigencia casi de combate oficial durante el último entrenamiento. La práctica, programada por los organizadores, fue dos días antes de la pelea, en un shopping de Tokio, abierto al público y con los medios de prensa invitados. “Cuando terminó le dije a Pedro: ‘esta era la pelea’”, recordó Bustos. “Estaba todo armado para ese guanteo”, contó. El “engaño”, de alguna manera se había consumado, pero no con éxito pleno.
La mano vino así… Ruiz peleó contra Takasho Nishimura, al que le propinó ese nocaut fulminante en el Sangyo Hall de Toyama. En ese entrenamiento previo en Tokyo el “sparring” fue Kosei Tanaka, actual campeón mundial mosca de la Organización Mundial de Boxeo (OMB). Con cabezal de por medio, Ruiz y el japonés comenzaron a “guantear”, pero de a poco lo que sucedía ante una importante cantidad de público empezó a tener un trámite más serio. Tanaka empezó a pegar fuerte y hasta hizo que la nariz de Ruiz comenzara a sangrar. Eso activó el modo “Bad Boy” del tucumano, se puso “malo” y no tuvo inconveniente en hacer lo que hizo. “Darío se enojó, se sacó el cabezal y le dijo que si quería pelear, que peleaban”, recordó Bustos.
Un tiempo después, cuando las charlas boxísticas entre evento y evento que se organizaba se sucedían, esa apreciación de Bustos de que los organizadores japoneses habían armado más promoción para el entrenamiento que para el combate, fue confirmada por Osvaldo Rivero, uno de los managers más experimentados y activos del boxeo argentino. Tanaka, que hasta ese momento cuando subió al ring para entrenarse con Ruiz no había debutado como profesional, ya pintaba para crack y querían demostrar todo el poderío del boxeador a lo grande.
“Cuando Darío se enoja, en el tercer round lo coloca un poco, pero él siguió pegando, era una carnicería. Entonces yo me subo al ring y paro todo”, relató el ex promotor. Entre silbidos porque absolutamente todos los presentes querían que el entrenamiento continuara, a lo guapo como “Bad Boy” lo había hecho hacía instantes, les dijo a los organizadores que si querían hacer un combate en ese momento, lo hicieran, pero que después él ya no peleaba. “El traductor vino y me dijo: ‘le van a dar más plata si termina un round más’. Fue ahí que le digo a Pedro: ‘mejor no sigamos’”, contó Bustos. El también ex taekwondista, además de pensar en la proximidad de la pelea oficial, pensó en la integridad física, no sólo de “Bad Boy”, también en la de Tanaka, que si bien era evidente su destino de campeón mundial, al frente estaba un Ruiz igual de peligroso. El tucumano estaba en un gran momento porque buscaba su chance mundialista que de hecho, vía Rivero, la consiguió seis meses más tarde al combatir en Panamá por el título mundial plata mosca del Consejo Mundial de Boxeo ante Luis “Nicanor” Concepción (perdió por nocaut en el décimo round).
“Sinceramente, yo no esperaba ganar tan rápido”, reconoció Ruiz. “En mi carrera significó mucho. No sólo porque gané, también por la historia de ese país. Estuvimos en un hotel que fue reconstruido luego de ser bombardeado en la guerra”, contó el boxeador uno de los detalles que lo conmovieron fuera del ring. Bustos, como Ruiz, considera que ese triunfo fue clave para lo que vino luego. “Fue lo que lo motivó a Rivero para conseguir la pelea por el título. Pese a que fue un ‘engaño’, a nosotros volver de Japón ganándole a un local nos dio mucha confianza”, recordó Bustos.
“Ojalá algún día pueda volver”, anhela “Bad Boy” después de siete años. Reveló también que lloró cuando tuvo que regresar y que, por tan buena impresión que había causado, le habían ofrecido quedarse. “Todavía no me retiré del boxeo, ni pienso hacerlo”, afirmó el púgil de 34 años. “Me quiero dar la oportunidad de subir en condiciones físicas y mentales. Creo que eso debo hacer y las victorias serán un hecho. Tengo la experiencia y no estoy golpeado”, afirmó “Bad Boy”, que imagina otra pelea en la “tierra de los 35 segundos”, pero sin que le hagan ningún cuento japonés.